Réquiem por la blogosfera o seguir como blogger más allá de su boom

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Si algo me hizo salir del bucle de una adolescencia llena de limitaciones geográficas y relacionales fue la bendita blogosfera. Recuerdo como si fuese ante-ayer el día que me abrí un blog y decidí ir a la contra de la peña que estaba dándolo todo en fotolog, corría el año 2008. Exagero si digo que era a la contra de fotolog, pero sí fue algo que hice a mí rollo, porque no conocía nadie cerca que tuviese un blog.

Los blogs no eran algo que interesase a mi entorno cercano, y de hecho no sabía si le interesaban a alguien en realidad, pero yo veía en ese medio unas posibilidades infinitas de creación, y muy pronto descubrí que la red estaba plagada de blogs literarios y de gente que escribía cosas bastante estimulantes y cercanas. Sin duda, aquello de abrirte un blog y generar ficciones literarias era bien divertido y liberador. Contrariamente a las tendencias actuales, ahí los clics y la notoriedad eran cosas que pasaban muy a nivel secundario, nadie abría un blog para posicionar su negocio de verduras ni para decir que era más guay que los demás. Idealizémoslo: abríamos blogs como jóvenes creativos e inquietos que buscaban dar salida a sus mierdas mentales y a sus ilusiones más ingenuas. Vivir otras vidas, escribir nuevas realidades, hablar de libros, paranoias y, muy importante, leer un montón de otros blogs, y comentar. Comentar era la leche. Recuerdo lo sanos que fueron aquellos años para mi flow: de golpe una pequeña comunidad devota de lectores y comentaristas nos encontrábamos casi siempre con buena fe y listos para redactar y seguirnos semanalmente. Gracias a ese training de años puedo escribir ahora cosas pegadizas y entretenidas, sin tampoco tener mayor pretensión que pasar de ahí. Gracias a aquellos años me dedico ahora al periodismo electrónico como buenamente puedo. Se me hace muy raro pensar que todos aquellos y aquellas bloggers que tanto quería han dejado de escribir en su mayoría, aunque lo cierto es que hay otros que han pasado a otro nivel y son ahora escritores y colaboradores habituales en medios.

Lo que acabó poco a poco por desarticular aquella red fue o bien el cansancio de muchos bloggers por la escritura o bien las redes sociales. Pocos lograron generar comunidades grandes y estimulantes en las redes que les permitiesen seguir disfrutando con sus lectores. Tenías un blog regulero y un Facebook aburrido y de golpe pasabas de todo y dejabas el proyecto morir. O tenías a tus amigos bloggers en Facebook y por lo tanto te apalancabas ahí. Hoy en día, los blogs se han convertido en un atrezzo para gente mediática y plasta que da todo el santo día consejos y publica ebooks con sus movidas o bien los blogs se han convertido en algo instrumentalizado por las empresas. Pocos lugares que no sean medios literarios o medios directamente albergan algo de aquella energía independiente del fenómeno blog.

Yo mismo reconozco que leo pocos blogs y que apenas considero que nadie en su sano juicio vaya a abrirse ahora uno. Porque estamos en otro momento de la historia, y lo creativo y literario en la red pasa por otras subredes, las redes mainstream como puede ser Wattpad o webs independientes, que es donde me hallo desde hace años. La independencia, salir de blogger, wordpress y montar tu chiringuito es tanto una apuesta solitaria que a veces parece absurda y tantas otras como un nuevo reto personal. Tú te lo guisas, tú te lo comes. Reconozco que mi inquietud activa en busca de la blogosfera perfecta terminó hace muchos años, cuando cayó todo poco a poco, pero ahora lo suplo con la literatura de toda la vida y la esfera de la música electrónica y redes musicales como Soundcloud. Supongo que si la música electrónica y el despiporre clubber no hubiesen tirado tan fuerte de mí como para hacerme independiente, lo hubiese dejado ya hace años, pero siempre hubo y sigue habiendo algo de mí que dice que no reniegue de este camino, que deje seguir evolucionando el proyecto. La escritura como vía para expiar ficciones y descuelgues, sudando cosa mala de los influencers y sus modos de vida basados en el consumo de sitios, gente y productos. Los bloggers y periodistas literarios venimos de otra escuela y necesitamos abrirnos camino con las palabras, mucho más allá de la imagen que siempre veremos como algo accesorio, eso siempre que no perdamos la esencia. En mi caso, again, vuelvo a ir a contracorriente: apenas saco fotos ya con el móvil y solo uso la cámara para documentar lugares a los que voy y eventos que cubro. Me aburren redes como Instagram y hasta los servicios de mensajería móvil. Sigo manteniendo online mi origen creativo pero, al mismo tiempo, rehuyo de casi todo lo que ha venido después.

Abro las puertas a que me digan que me estoy haciendo mayor, que los bloggers somos unos viejos aburridos y que no entendimos el flow de lo que molaría compartir nuestra imagen y nuestra vida personal en el futuro de las redes. Pero entonces me pregunto por qué leo cada vez más en papel again y paso cada vez más de mi móvil. ¿Será que me estoy haciendo incluso mayor de lo que soy, que actúo incluso de forma más conservadora que los de mi generación, es decir, ni pensar en la siguiente? Well, dejadme decir algo en esto. Creo que estamos en una etapa en la que el uso de la tecnología y la juventud ya se han disociado. Cualquiera puede modernizarse o rejuvenecer pillándose cuatro apps y compartiendo movidas. El caos ya es casi total y la ansiedad por el next big hype me parece, a estas alturas, ridícula y casi enfermiza. Habrá next big hype y me alegraré por ti si estás ahí petándolo, pero ese no es mi camino y déjame de comerme la olla con que tiene que serlo.

De lo que aquí hablamos es de situarnos como sujetos artísticos, cómodos con los outputs creativos que generamos. Algo tan simple como eso, y nada más. Es decir, más allá de la exposición personal e incluso de la interacción o del entretenimiento que nos genere el uso de las redes sociales, aquí hablo de sentirse con el flow de las identidades que se sustentan en base a su creatividad, a su propio mundo, sostenido gracias también a aquellos que lo comparten y lo han descubierto. Por eso me sigo sintiendo cómodo —y eso no quiere decir que no haya cambiado, no sabéis cuanto, a la hora de escribir según qué y cómo— escribiendo de nuevo, pero no compartiendo movidas mías personales que vayan más allá de las palabras. Será algo que me viene de serie, será que quiero seguir siendo blogger y periodista de música electrónica a pesar de todo. Será que allí hallé lo que sería algo tan naïf como mi voz y que no quiero perderla ni he sabido encontrarla de otro modo. Será eso, o no será, pero lo cierto es que ya he superado incluso la época en la que pensé que postear no tenía gracia. Y aquí sigo haciéndolo, feeling empowered again, sin saber, como era habitual en aquellos años, si alguien leerá finalmente esto. Para un blogger que busca respuestas escribiendo, ¿Acaso hay una mejor forma de encontrarla que haciendo un post desahogándose y hablando de ello? Para luego pensar, ojalá alguien lo lea y comente y le interese a alguien todo esto… Who knows, ¡ahí sí se echa de menos la blogosfera!